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Carmen Ruiz, directora de JACARANDA11: “Lorca para mi es alma”

"¿Por qué no nos podemos reír de todo lo vivido?", se pregunta la directora de JACARANDA11 en esta entrevista | Foto: Antonio Navarro

«¿Por qué no nos podemos reír de todo lo vivido?», se pregunta la directora de JACARANDA11 en esta entrevista | Foto: Antonio Navarro

Luis Gresa | Carmen Ruiz-Migorance (Granada, 1958) se emociona pensando en Lorca, en su mirada, en sus textos, en lo que es y significa para ella como actriz y como directora de teatro. “Lorca es alma” dice horas antes de provocar al público y la crítica con una versión única hasta ahora de La Casa de Bernarda Alba, una interpretación valiente y atrevida que sabe sacar de la tragedia una sonrisa y hasta una risa. La suya es una vida de lucha permanente por la justicia, la igualdad y la solidaridad. Y el teatro siempre le salva.

 

Carmen, ¿la vida es puro teatro?

Si, rotundamente sí.

¿En qué sentido? ¿Hay mucha ficción en la vida que llevamos?

Solamente hay una diferencia. Nosotros somos actores de nuestra vida, pero es el público el que cuando va al teatro entra en la dimensión consciente de que está en un teatro y asumen la historia como real en ese momento porque en el escenario está siendo real. ¿Qué pasa en la vida? Que elos espectadores no somos conscientes de esta convención, creemos que es la vida real, mientras que en el teatro sabemos que no lo es. Pero desde mi punto de vista es la única diferencia.

Graduada social, empresaria, emprendedora de proyectos como Mami Cocina, ¿qué pasa en su vida para darse cuenta de que lo suyo es el teatro?

Yo llevo haciendo teatro desde que tenía 6 o 7 años. Hacía teatro con mis vecinas. Utilizaba el del traje de la Primera Comunión lo utilizaba porque era el hada madrina de todos los cuentos que se representaban en el patio de la casa. Me ha gustado mucho cantar, mirarme en los espejos, hacer cosas con la cara y con el cuerpo. Hay una inclinación muy potente en mi por las Ciencias que me llevan a los números y la contabilidad, por eso me gradué en Relaciones Laborales, y empecé a estudiar en la Escuela de Arte Dramático en Málaga y me di cuenta que el resto de mi trabajo era lo que para mí era sustituible. Me licencié en Arte Dramático, formé la compañía profesional La Bohemia, tengo aula de teatro aficionado, aula de teatro inclusivo, que se ha convertido en mi leit motiv, incluso me ha sacado de una enfermedad muy dura. Cuando te enfrentas a la muerte, te dices, este papel tengo yo que interpretarlo. Hasta iba a los ensayos con mi sonda puesta y la bolsa colgando.

¿Tiene nombre esa enfermedad?

Sí, cáncer de mama. Hace dos años de esto. Me llegaron a operar cuatro veces. Me incorporé hace un año, todo esto me ha durado un año y ahora estoy con mi tratamiento y me encuentro estupendamente con la ilusión de subirme a un escenario como actriz o directora, es el leit motiv de mi vida.

¿Se sufre más como directora que como actriz?

Si, rotundamente sí. Como actriz disfruto muchísimo, como directora son muchísimas cosas a tener en cuenta, iluminación, escenario, ser directora es como dirigir un circo de tres pistas, mientras que en la interpretación tú tienes un papel, te lo estudias y lo disfrutas muchísimo.

¿Y es muy exigente?

Sí, conmigo misma y por ende con los demás. De hecho no podríamos haber conseguido lo que se ha conseguido si no fuera exigente, algunas veces más de la cuenta, pero sé lo que puedo exigir.

La clave está en tratar de sacar el máximo rendimiento a cada persona imagino.

La clave está en sacar hasta dónde quiere llevar esa persona, cuáles son sus anhelos. Lo primero que les dije cuando me enfrenté al teatro de la ONCE, ¿vosotros queréis que os trate como un grupo de teatro de ciegas o queréis ser aficionadas? “No queremos ningún trato especial”. Ahora siguiente pregunta, ¿queréis ser actrices aficionadas buenas o actrices aficionadas de la asociación de vecinos?. “Queremos ser actrices buenas”. Ahí está el resultado, el año pasado obtuvieron el Premio Nacional de Teatro ARS Mediterránea. El trabajo lo organizo yo pero trabajan mucho, estudian mucho, no faltan a un ensayo, son unas jabatas, han puesto a un teatro de  400 personas en Málaga en pie. Eso lo hacen ellas con su tesón.

Es su quinta Bernarda Alba ya en su trayectoria, ¿qué cambia en esta versión?

Evidentemente he hecho de todas las maneras habidas y por haber. Como ellas están en el compromiso de la comedia, porque dicen que para malos ratos ya tienen los suyos, hemos convertido a un clásico en comedia, mantenemos el texto, pero en lugar de ser una familia de Valderubio del año 30, es de una familia de hoy en día con una madre estricta que no se entera de nada, trabajando el cuerpo y la construcción del personaje vemos estereotipos que son los cánones con los que convivimos hoy en día.

¿Qué le seduce tanto de esta obra cumbre de la España profunda, esa España de luto que tanto marginó el papel de la mujer en la sociedad?

Precisamente porque soy muy reivindicativa del papel de la mujer en la sociedad, quiero nuestro sitio, el que nos corresponde, somos personas con muchísima intuición, cualidades intrínsecas muy poderosas y considero que no estamos suficientemente como nos corresponde. En esa lucha, no sé por qué, siempre me rodeo de mujeres.

Ese criterio, ¿en alguna medida limita la selección de un guión?

Si limita porque en la sociedad estamos hombres y mujeres y los personajes de hombres los hacen las mujeres. Pero estoy abierta a que vengan los hombres, lo que pasa es que no vienen.

Son cinco años ya con cinco estrenos sobre los escenarios, ¿cómo ha visto la evolución de la agrupación?

Fantástica. Normalmente en la ONCE el taller dura unos cuantos años hasta que se alcanza la calidad necesaria para ser agrupación teatral y nosotros lo conseguimos en la primera obra, ‘Nueve mujeres y media’. Luego hicimos ‘Cinco corazones con freno y marcha atrás’, de Jardiel Poncela, y luego el ‘El burgués gentil hombre‘, que ganó el premio MAX, y el año pasado ‘Las Comadres’, con una obra en la que han cantado y bailado en directo, era un espectáculo verlas. Y ahora ‘La Bernarda’.

 

“La propia Bernarda es la mala follá en persona”

"El actor de teatro está más cerca del ser humano que el de cine", sostiene Ruiz-Migorance

«El actor de teatro está más cerca del ser humano que el de cine», sostiene Ruiz-Migorance

Para una granadina actriz, directora de teatro, ¿quién es Lorca? ¿Qué es Lorca?

Lorca para mi es alma. No te puedo explicar por qué vuelvo una y otra vez a La Casa de Bernarda Alba, Es recurrente para mí. Yo leo a Lorca su poemario y noto que conecta con mi alma, sus palabras caen en mí, empapan y me emociono. Si pudiera meterme en una máquina del tiempo y poder elegir un personaje y poder conocerlo y hablarle sería Lorca. Es algo mágico. Su mirada me transmite, me creo que me está mirando a mí, a Carmen Ruiz-Mingorance, es una relación que no sé de dónde viene ni te la sé explicar.

Habrá quien piense ¿cómo se atreve a hacer una versión tan disparatada de una obra tan trágica?

Seguro que algunos me fusilarán. Pero a mí me da igual porque yo sé desde donde estoy haciendo esto. Yo me imagino a Lorca muy divertido, muy audaz, obviamente controvertido, un hombre estaba acostumbrado a que lo fusilaran vaya, con lo cual también me voy a poner un poquito en la piel suya. A él le machacaban por unas cosas y a mí por otras pero entiendo que la gente que tenga un poquito de sensibilidad se va a dar cuenta del trabajo que se ha hecho. Porque Lorca es universal, por qué no va a ser cómica la situación, también nos podemos reír de nuestros propios defectos, mezquindades y complejos. A mí me parece una apuesta valiente y divertida. ¿Y por qué no nos podemos reír de todo lo vivido?

La mala follá granaína ¿existe sobre el escenario?

Esto está en los genes de los granaínos –se ríe-. Claro que está en el escenario. La propia Bernarda es la mala follá en persona. Y aquí además como nos lo hemos llevado a ese extremo casi se ve más evidente.

Usted ha dado clases a mujeres presas, participa activamente en la lucha de la crisis de los refugiados, se ha volcado con la discapacidad al frente de agrupaciones teatrales en Almería y Granada, ¿no concibe la vida sin compromiso social?

No. Yo vivo en sociedad, me tendría que ir de anacoreta a un monte. La sociedad injusta hay que denunciarla. Y hay que decir; ¡Pero bueno, en qué mundo vivimos! Pero no ya con las personas, también con los animales, hay que respetarlos. Parece que a mi edad tendría que estar aburguesada pero no lo estoy. Ahora mismo estoy beligerante y me siento como si tuviera 25 años en la calle a pecho descubierto. ¿Cómo lo hago? Subiéndome al escenario. Todas mis obras tienen un carácter reivindicativo en algún sentido. Muestro una parte de la sociedad para que la sociedad sentada en sus butacas vea con el distanciamiento necesario el problema y luego se vayan a su casa y pìensen. Mi vida es un compromiso social porque convivo con los míos. Me gusta la gente y no quiero que sufra. Claro que hay que luchar para que este mundo sea más justo.

Díganos un director/a de teatro por el que sienta pasión.

Alfredo Sanzol, es el primero que me viene a la mente.

Y en el cartel de actores y actrices ¿alguna debilidad?

Me gusta muchísimo Blanca Portillo, como es capaz de hacer un Hamlet, esa gama de personajes tanmaravilloso. Y en cuanto a actores, no me viene ninguno así de golpe.

Reconoce que hay una cierta primacía del actor de cine frente al del teatro?

Totalmente, no hay más que ver la Gala de los Goya y la Gala de los MAX. Aunque sea un poco ficticio porque la mayoría están todos en paro, pero ese glamour y ahora cuando venga la gala de los Max la gente vendrá en vaqueros. La gente del teatro somos gente diferente, estamos más cerca del ser humano. Cuando estudiamos un papel tenemos que hacer un trabajo de empatía de meternos en ese personaje, es como que se te abre un abanico de posibilidades y comprendes al ser humano porque tu trabajo te lo está exigiendo. Es un conocimiento muy profundo del ser humano el que tenemos la gente del teatro. Tenemos otra sensibilidad.