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Cultura para ciegos
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Cristian Díaz, periodista: «La vida a veces te asfixia»

Los relatos que conforman la primera obra de Cristian Díaz dibujan un viaje a su interior más íntimo | Fotografía: Fernando Ruso

Los relatos que conforman la primera obra de Cristian Díaz dibujan un viaje a su interior más íntimo | Fotografía: Fernando Ruso

L. G. | Cristian Díaz (Móstoles, Madrid, 1990) es ciego desde los 22 años. Nunca la falta de visión condicionó su vida. Más bien al contrario, le empujó hacia adelante. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, en sus pocos años como periodista, ha dirigido la web www.diariomnipresente.com, ha trabajado en la redacción de la Agencia Servimedia en Madrid, en la actualidad en el Gabinete de Prensa de la ONCE en Andalucía, y ha publicado su primer libro bajo el sugerente título de ‘Nadie detiene el balanceo del ahorcado’, un viaje al interior de su yo más íntimo. El próximo 11 de febrero presentará su obra en la programación de Los Lunes Culturales de la ONCE que organiza la Delegación Territorial.

 

De pequeño le gustaba que le narrasen historias. ¿Cuáles le despertaban más interés?

Las que tenían algo mágico o de rebeldía. Probablemente, la historia que más me llamó la atención, que me contaba mi abuelo, era la de un lunático que decía que La Tierra era redonda y que, por eso, le querían quemar. Y luego, cualquier tipo de conversación. Me gustaba mucho hablar, sobre todo, con las personas mayores y aprender de ellas.

Y el gusto por la lectura ¿crece en paralelo al de la escritura?

Por desgracia, no. De pequeño me costaba muchísimo leer y no tenía las herramientas adecuadas. Entonces, no leía demasiado. Además, en mi casa sólo leía mi hermano mayor, y yo lo tenía como un referente, pero no leía demasiado de pequeño. Y, eso es algo que, aún hoy, arrastro y que me da muchísima pena.

Y escribir… ¿Cuándo empieza a escribir?

En Primero de la ESO, a los 13 años, más o menos, porque tuve un profesor de Lengua y Literatura que se llamaba José Manuel y nos ayudaba mucho a ejercitar nuestra capacidad para escribir. Se me daba bastante bien hacer rimas, muy absurdas y muy facilonas, pero que me podía llevar folios y folios rimando cosas con palabras muy diferentes y no entendía muy bien por qué. Yo creo que eso viene de las conversaciones. Manejo bastante lenguaje que ya no se utiliza o que apenas se utiliza por las conversaciones, supongo, y porque siempre he admirado mucho a Manolo García. Mi hermano me lo ponía una y otra vez en el coche, y, probablemente eso también me ha hecho manejar lenguaje y escribir.

¿Cuándo, cómo y por qué decide usted qué quería ser periodista?

Por la lectura de un texto en Historia.

¿Qué pasó? ¿Cuál era ese texto?

Era un texto de Bakunin. Me gustaba mucho la política y quería ser politólogo, pero leí el texto de Bakunin que decía algo así como: Ellos -refiriéndose a los comunistas-, creían que su dictadura era la apropiada y él rechazaba eso. Yo, en ese momento, quise ser parte del cuarto poder y, de alguna manera, controlar y vigilar a los que gobiernan.

¿Y le ha fustrado en algún sentido ese cuarto poder del Periodismo?

Creo que ese poder lo ejerce cualquier ciudadano cuando escribe y cuando comunica. Si no lo puedo ejercer como periodista en un medio, yo puedo ser crítico y puedo reflejarlo en mis escritos o redes. Al revés. Amo esta profesión porque me parece la más bonita del mundo. Me permite hablar con la gente. Me parece esencial para un periodista conversar, escuchar, empatizar, aprender, tener sensibilidad. Me gusta mucho estar en la calle y un periodista tiene que estar en la calle, ver qué pasa, cómo pasa y que no se lo cuenten, sino vivirlo en primera persona y contarlo. Como dice Iñaki Gabilondo, el periodista tiene que contarles a los ciudadanos lo que ocurre cuando ellos están trabajando. Eso me parece tan bonito y tan fundamental en la sociedad, que nunca voy a perder el amor a esta profesión, aunque nunca la ejerza en un medio.

Deduzco que el medio que más le seduce es la radio.

Me encanta la radio. No paro de escucharla, la tengo sintonizada en mi casa prácticamente todo el día y la noche,. Es algo muy característico de las personas ciegas escuchar radio. Y, sí, pero, sobre todo, el reportaje. Me encanta.

Son malos tiempos para ser periodista. ¿Le preocupa?

No me asusta. Escribía Kapuscinsky en ‘Los cínicos no sirven para este oficio’ que la mayor parte de los periodistas del mundo no son reconocidos ni conocidos por la calle y viven en condiciones muy precarias. La mayor parte de los periodistas del mundo no se encuentran trabajando en unas condiciones dignas. Esta profesión siempre está en crisis porque a nadie le interesa que se cuente lo que realmente pasa.

¿En ningún momento la ceguera le frenó?

La ceguera me ha frenado… (silencio). Sí. Más que la ceguera, me ha frenado mi incapacidad para asumirla en ciertos momentos de mi vida. Creo que si durante la carrera hubiera aceptado más todo lo que conlleva mi discapacidad, probablemente, hubiera tenido mejor rendimiento. Y si durante mi infancia y mi adolescencia, hubiera tenido más claro lo que conlleva mi discapacidad, podría haber sido más entendido y comprendido, tanto por mis profesores como por mis compañeros.

¿Qué le gusta más de lo que se publica hoy, de la radio y la televisión que se hace hoy?

De prensa, me encantan las columnas de Luz Sánchez Mellado y de Jabois en El País y Enrico Juliana de La Vanguardia. Las podría estar leyendo continuamente. Aparte de La Vanguardia Dossier que nos enseña a todos muchísimo o Agenda Pública de Argelia Queralt. Me parece que dan clases de cómo ejercer esta profesión. ¿En televisión? No consumo ahora mismo televisión. Probablemente sea un error, pero creo que ha tenido una deriva que me ha desenganchado.

¿Y radio?

Me levanto y me acuesto con la Cadena SER. No me pierdo la editorial de Pepa Bueno. Me levanto expresamente y mi vida se paraliza a las ocho de la mañana para escuchar a Pepa.

¿Qué lee más? ¿Y con qué autores se identifica más?

Leo mucho a Lorca. Lorca, para mí, encierra todos los colores del mundo en su teatro y en su poesía. Creo que, aparte, fue un hombre muy completo: pintaba, tocaba, escribía como escribía… Lorca era admirable. Tengo la intención de leerme todos los ‘Episodios nacionales’ de Benito Pérez Galdós. Aunque creo que mi libro favorito es ‘La Regenta’, ya que quiero salvar a esa mujer a toda costa.

¿Por qué?

Es una mujer atormentada que tiene en contra a toda la sociedad de Vetusta que probablemente refleje la sociedad española de la época.

¿Sigue teniendo valor en la España de 2019?

Tiene el valor de reflejar la presión a la que sometemos a las mujeres durante su vida. Eres mujer y tienes que gobernar tu vida en relación con unas normas que te imponen desde fuera. La Iglesia impone unas normas, la sociedad civil impone otras. Si haces demasiado caso a una institución, la otra se te rebela. Creo que es muy complicado ser mujer en España y en el mundo.

 

“Trato de escribir con mi yo más íntimo”

Cristian Díaz se declara un enamorado del Periodismo

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Háblenos de su primer libro. ¿Qué es ‘Nadie detiene el balanceo del ahorcado’?

‘Nadie detiene el balanceo del ahorcado’ es un libro de relatos, para empezar, muy diferentes entre sí. Algunos de ellos se han escrito en una especie de prosa poética. Otros son historias más al uso… Todos ellos tienen una extensión diferente. José Carlos Atienza que ha creado la Plataforma Autores de Navalcarnero leía mis relatos, mis textos, en Facebook y, un día, me propuso que hiciéramos este libro. Y me pareció increíble porque hasta ese momento nadie me había ofrecido algo parecido, ni siquiera yo había pensado en editar nada. Llegó él me dijo que le encantaba cómo escribía y, gracias también a la editorial Ecos, se ha podido llevar a cabo.

Explique el título.

El título tiene una parte muy angustiosa. La frase Dios aprieta, pero no ahoga. Creo que la vida, en ocasiones, se revela como algo que te asfixia, que te ahoga, una especie de soga que tienes en el cuello siempre. Esa presión no te deja avanzar y continuamente avanzas y retrocedes. Por otro lado, también esperas que alguien detenga ese balanceo. Pero no. En mi opinión, la única persona que puede detener ese balanceo es uno mismo.

¿Su libro responde a un estado de ánimo o a una forma de ser?

Creo que algunos relatos me definían como era en 2014, cuando están escritos. Hay otros con los que ya no me siento identificado. Pero hay relatos que me definen como persona. Por ejemplo, en mi relación con lo sentimental, con las parejas… Hay otros que reflejan mi ironía, mi sentido del humor negro y sarcástico o el amor a mi pueblo, Navalcarnero, e, incluso, mi ideología también con algunas pinceladitas. Pero también corresponden al estado de ánimo con el que me ponía frente al papel.

¿Reconoce pesimismo y amargura en sus relatos?

En ciertos aspectos, sí. En lo sentimental, sí. En muchos de ellos, sí.

De todos, ¿alguno por el que sienta especial debilidad?

Adicto’ es el que más dice de mí. Todavía me veo en ese texto.

¿Un viaje al interior de su yo más íntimo?

Creo que muchos escritores, sobre todo, poetas escriben desde su ‘yo’ porque es complicado escribir desde otra perspectiva. Luis García Montero dice algo así como que el poeta escribe de sí mismo, intentando llegar al resto de la humanidad, a lo universal. Al final, es de nosotros mismos es de lo que más entendemos. Otros, no. Otros, sin embargo, hacen un ejercicio de matemáticas. Yo no sé escribir con arreglo a normas matemáticas. Por eso, no escribo poesía al uso porque tengo demasiada impaciencia, soy demasiado impaciente y trato de escribir con lo que me nace del interior y eso resulta que es mi yo más íntimo, así que sí.

¿Escribe pensando en un lector imaginario?

No. Escribo para mí y luego si le gusta al resto de la gente me doy por bien pagado.

¿Se siente más libre escribiendo un relato corto que un reportaje?

Sí, pero tengo menos base donde apoyarme. Y la libertad, en ocasiones, provoca que no termines de asentar el conocimiento. Un relato corto ofrece mucha libertad. Un reportaje te da la oportunidad de reflejar una historia que realmente ha pasado y que tiene unas ciertas connotaciones de las que se tiene que enterar la gente.

Lleva medio año ya en contacto directo con Andalucía, ¿qué le ha sorprendido y gustado más de lo que ha conocido?

Parece un cliché, pero la gente. Me han hecho enamorarme de Andalucía.

En lo profesional, ¿alguna meta fijada a corto, medio plazo?

Ser, dentro de lo posible, independiente. Que me conozcan como un periodista que, simplemente, quiere trasladar lo que ocurre, de forma objetiva, y no sólo su opinión. Y ya, si nos ponemos a soñar, dedicarme al periodismo, en cualquiera de sus campos, el resto de mi vida. Morirme siendo periodista.

¿Escribirá una novela?

Cuando tenga la paciencia necesaria y la concentración que se requiere.