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Cultura para ciegos
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Ignasi Terraza, pianista de jazz: “Queremos que se nos escuche y juzgue como músicos”

Ignasi Terraza ofrecerá dos conciertos durante la Bienal de Música de la ONCE | Foto: Martina Houdek

Ignasi Terraza ofrecerá dos conciertos durante la Bienal de Música de la ONCE | Foto: Martina Houdek

Luis Gresa | Ignasi Terraza (Barcelona, 1962), comenzó a tocar el piano con 11 años, dos años después de perder la vista, y ahí comenzó una historia de amor que llega hasta hoy. Considerado uno de los mejores pianistas de jazz españoles, ha tocado con grandes de la talla de Frank Wess, Jesse Davis, Teddy Edwards, Lo Donaldson o Nicholas Payton. Su discografía suma ya más de 60 albunes y sus giras varias vueltas al mundo. La suya es una música de libertad e improvisación. En vísperas de la inauguración de la 16 Bienal de Música de la ONCE Terraza reclama que a los músicos ciegos se les escuche y se les juzgue solo como músicos.

Usted pierde la vista a los nueve años y esa situación le lleva al piano, ¿cómo empezó todo?

Al cabo de dos años de perder la vista comencé a tocar el piano. Cuando empecé a acercarme al piano estaba totalmente ciego. A mí me gustaba más dibujar y pintar, no le dedicaba especial tiempo a la música, pero un poco como un juego, un amigo me enseñó una canción en un teclado de juguete. Intenté luego reproducirla en el piano de casa de mi abuela y a partir de ahí empecé a engancharme al instrumento en una historia de amor que llega hasta hoy.

El piano ¿es un instrumento más adecuado que otros para una persona ciega?

Más adecuado que algunos sí porque es todo por tacto, pero hay muchos más instrumentos que son adecuados.

Para un pianista, ¿la ceguera tiene algún un valor añadido sobre el escenario?

No, creo que no. La ceguera es una discapacidad en algunos aspectos. En el caso de la música, los músicos no podemos leer la música mientras tocamos. Eso es un impedimento que en unos ciertos tipos de música puede influir mucho más que en otros. Pero lo que cuenta es lo que suena y evidentemente la discapacidad que tenemos no nos impide disfrutar y controlar lo que está sonando que es la expresión última de la música.

¿Qué le sedujo de Tete Montoliú para decidir que lo suyo era el jazz?

Yo en aquella época ya estaba improvisando. Me gustaba desde el principio improvisar mucho y jugar con las canciones que aprendía. Empezaba a cambiarlas. Fue el afinador de piano que venía a casa de mi abuela el que me habló de la figura de Tete Montoliú, de un pianista ciego que era un enorme músico que tocaba el jazz. Yo no conocía lo que era el jazz. Y a partir de entonces empecé a preguntar, a buscar, a interesarme y a escuchar más esta música. Ese punto de libertad y de improvisación me sedujo desde el principio y con el tiempo ha hecho que haya hecho de esta música mi lenguaje.

Oyéndole tocar, diría que es usted una persona tremendamente delicada, muy detallista, extraordinariamente sensible. Un tipo con ironía y un gran sentido del humor. Un hombre feliz y encantado de haberse conocido. ¿Voy muy desencaminado?

Bueno la música es una forma de expresar lo que sentimos y cómo somos. Cuando tocas música estás expresando, mostrándote tal y como eres. En cierto modo se hace para poder compartirla y para poder pasar un buen rato. Cuando me siento a escuchar música, prefiero que el mundo que me presente me haga pasar un buen rato. No me gusta escuchar un concierto para ver todas las suciedades del mundo. Prefiero verlo en positivo y que la música sea un mundo mejor y positivo.

 

“El jazz es siempre una música del momento”

Terraza reconoce que cada vez que sale al escenario no sabe lo que va a suceder | Foto: Martina Houdek

Terraza reconoce que cada vez que sale al escenario no sabe lo que va a suceder | Foto: Martina Houdek

¿Hay mucho de improvisación en sus conciertos?

Sí, sí. El jazz es siempre una música del momento. Toda la música es el momento, solo existe en un presente efímero, aunque se pueda grabar. Pero el jazz es la música del presente. La ejecución final depende de la intervención de cada día. Y para que esa interpretación sea fresca y realmente espontánea y llame la intención, soy el primero que intento no hacer dos veces la misma cosa para mantener esa frescura y ese sentimiento de presente y sensación de rabiosa actualidad.

En el jazz, el piano ¿admite menos improvisación que un saxo o todos los instrumentos juegan con las mismas cartas y por tanto las mismas posibilidades de creatividad y expresión?

La improvisación en el jazz está en todos los instrumentos. En un grupo pequeño todos improvisan por un igual. Puede darse el caso en una orquesta grande que el campo de improvisación está más recortado. Pero también en una Big Band hay espacios para la improvisación y normalmente el piano es el que tiene más espacio para la improvisación.

Por lo tanto, cada vez que sale al escenario nunca sabe lo que va a suceder.

Claro, nunca sabes, pero es que tampoco lo sabes en ningún otro caso. Controlar el 100% no se puede. Y a veces da más tranquilidad no saber nada de lo que vas a hacer que pretender saber exactamente todo lo que va a pasar.

¿En qué ha innovado más, en qué ha arriesgado más Ignasi Terraza?

¿En qué he arriesgado? Bueno, en la vida hay momentos en los que tienes que plantearte situaciones que no son fáciles de decidir y reconozco que en estos momentos, aunque puede haber miedos, he preferido siempre apostar por aquello que el corazón me pedía y no por otros sitios que a lo mejor te dejan más tranquilo.

¿Ha sido usted muy exigente consigo mismo?

En la vida hay un poco que ponerse metas e intentar que se hagan realidad. A veces le comento a  los alumnos; “Cuidado con que sueñas porque se puede hacer realidad”. Es muy importante soñar y saber donde quieres llegar pero tienes que estar cada día trabajando con tus sueños.

En el año 1999 estrenó en el barcelonés Teatreneu el espectáculo “Jazz a les fosques”, en el que propuso al público la experiencia de disfrutar de un concierto de jazz en la oscuridad total. Fue un éxito rotundo. ¿El jazz se disfruta más con los ojos cerrados?

Con los ojos cerrados lo que pasa es que la gente que no ha tenido la experiencia se da cuenta que se potencia otras dimensiones. Estamos habituados a ver el escenario y escuchar la música y todo el protocolo y todo lo que está pasando en el concierto nos ocupa mucha información y parte de la atención. En el momento que pasas a oscuras y solo escuchamos la música, la experiencia se multiplica para mucha gente en ese momento. Funcionó muy bien. Después lo hemos repetido y ha tenido siempre mucho éxito. Lo que pasa es que cuesta mucho conseguir que la sala sea de oscuridad total, si no no funciona. La gente respondía de entrada con reticencias e intranquilidad pero una vez que se dejaba envolver por la música al cabo de dos o tres canciones la gente empezaba a desinhibirse y bailaba o saltaba o contestaba a lo que estaba pasando en el escenario con un grito de ánimo.

Una experiencia para repetir.

Si, sí, lo es.

En el mundo del jazz que a uno le juzguen ya como todo un clásico ¿es un halago?

Para mí el jazz es la música del siglo XX. Se ha multiplicado en muchísimos estilos y con muchísimas etiquetas. Creo que el Clasicismo es el centro de la música, un punto alto de creación a partir del cual salen múltiples lenguajes. Que a mí me consideren clásico, dentro del jazz, significa estar en la corriente principal que sigue la tradición desde el origen sin estar cerrado ahí. Yo me reconozco en la tradición del jazz, bebo en esa tradición para poder crear cosas nuevas con un potencial creativo muy grande.

Usted fue la primera persona ciega en España en licenciarse en Informática. ¿En qué le ha ayudado en su carrera artística?

Quería hacer una carrera técnica, me gustaba mucho las ciencias, quería buscar nuevas salidas diferentes a las que conocíamos hasta entonces. Me hubiera gustado hacer una ingeniería y cuando se acercó el momento, me aconsejaron Informática. Lo probé, me gustó mucho y me acabé licenciando como el primer ciego. Estuve trabajando cinco años. La Informática me gusta, es un poco de ajedrez, juego de reglas, juego matemático, que me gustan mucho, pero llega un momento en mi vida que me planteé probar suerte con la música. Fue el año 91 y desde entonces no he vuelto a la Informática. Pero sí te permite una visión del mundo de entender muchas cosas y sigue siendo una gran ayuda la tecnología a las personas ciegas. Yo soy una más como usuario.

En 2018 ¿cree que se sigue mirando al jazz con distancia o ya ha conquistado el respeto que merece?

Durante este siglo de jazz, una música que surge de los suburbios negros de Nueva Orleans y otras ciudades, totalmente marginal, ha ido ganando influencia e influenciando el mundo musical. Toda la música del siglo XX no se puede explicar sin el jazz e incluso mucha clásica que se ha compuesto en este siglo ha mirado al jazz con respeto y admiración y poco a poco ha ido adquiriendo el respeto que se merece. En el Conservatorio de Barcelona hay un departamento de jazz. Hoy en día goza de un gran respeto a la altura de la que recibe la música clásica.

¿Qué opinión tiene de la fusión del flamenco y el jazz?

El jazz desde sus orígenes ha buscado interactuar, enriquecerse, acercarse Era una música que mezclaba cultura europea, africana, americana. El jazz nació de una fusión de culturas y a posteriori estos encuentros de jazz con otras músicas han sido muy fructíferos y han dado mucho que ver. En el caso del flamenco hay fusiones que me han interesado mucho y otras no tanto. Depende mucho de las fusiones y de los músicos que las hagan. Pero queda mucho por explorar en este campo. Es un terreno muy enriquecedor el de conocer otras músicas desde tu propio lenguaje. No soy músico flamenco pero si encuentras con músicos flamencos que pueden abrir su mentalidad a otras músicas podemos encontrar terrenos comunes en los que los dos podemos expresarnos cada uno desde su lenguaje y estar tocando juntos.

“El programa de la Bienal refleja muy bien la realidad actual”

Terraza recomienda a los músicos ciegos seguir soñando y seguir trabajando | Foto: Martina Houdek

Terraza recomienda a los músicos ciegos seguir soñando y seguir trabajando | Foto: Martina Houdek

Usted es asesor musical de la ONCE. 30 años de Bienales de Música. ¿Cómo valora la evolución de estas tres décadas de trayectoria musical en la ONCE?

Las bienales vienen siendo ya un punto de encuentro, sobre todo alrededor de las corales, con dos vertientes importantes; poner a todas las agrupaciones en una ciudad para mostrar todo el potencial creativo y todo lo que se está haciendo. Y eso hace que tenga un mayor eco social y sea un gran incentivo. Y tiene otro elemento de poner pilas a estas agrupaciones. Son dos vertientes importantes, una hacia afuera y otra hacia adentro.

Y la programación de esta 16 edición, ¿refleja bien la dimensión artística que hay detrás de la ONCE?

En los últimos años, y en esta edición también, se está abriendo más el programa incluyendo a otros artistas que no son agrupaciones. Musicalmente hay mucha oferta de músicos ciegos que están trabajando actualmente en todo tipo de estilos y la Bienal busca también reflejar esa presencia de músicos de otros estilos y músicas y enseñarlos a la sociedad.

Entonces la programación es un reflejo bastante objetivo de lo que hay detrás.

La Bienal de este año refleja no solo mostrar lo que están haciendo las corales y la orquesta de plectro sino también la labor de otros músicos y estilos como el jazz, el flamenco o el pop o la música clásica. Creo que el programa es muy amplio y variado y refleja muy bien la realidad actual.

¿Hay hoy más respeto hacia los músicos con algún tipo de discapacidad, de reconocimiento a su arte, que el que había cuando este movimiento empezó?

La sociedad en general ha cambiado respecto a cómo ve a la persona ciega y esto también se refleja en la música y en el arte en general. A priori no pretendemos que eso signifique un elemento de curiosidad. Queremos que se nos escuche y juzgue como músicos y que la gente venga y se olvide si esa persona es ciega o no, que escuche música y músicos tocando y disfrute. Actualmente esto ha cambiado respecto a tiempo atrás.

Pero sigue costando mucho a un músico, a un cantante hacerse un hueco en el panorama musical. ¿Cuáles son las principales barreras que quedan todavía por superar?

Hay diferentes barreras, pero están para las personas ciegas y para las que ven. No es fácil trabajar y dedicarse profesionalmente a la música. Hay muchas barreras que no son la discapacidad. Desde luego la discapacidad puede ser una barrera. Nuestra principal preocupación para los músicos ciegos es la lectura a vista, todos los instrumentos que requieran una lectura a vista sí que estamos discapacitados, pero eso al público le da igual. Cuando va a escuchar un concierto no le preocupa si la persona lee o no lee, lo que importa es que lo que toque sea buena música.

Usted desde 1980 no ha dejado de actuar, es la demostración de que se puede vivir de la música y triunfar en ella siendo ciego. ¿Alguna recomendación para quien aspire a soñar alto?

La recomendación es seguir soñando y seguir trabajando. El camino no es fácil. Puede sonar la flauta por casualidad, pero no es lo habitual. Hay que seguir trabajando en todas las vertientes de la música; la creativa, la gimnástica, tienes que mantenerte en forma, la vertiente de compositor y toda la gestión que hay alrededor de la música.