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Paky García, una pintora en la Málaga de Picasso: «Veo el mundo fraccionado»

Paky García junto a una de sus obras

Francisca García Martín (Segovia, 1957), Paky García, es una pintora hecha en la Málaga de Picasso, su ciudad desde hace ya 43 años. Amante de la obra de Dalí, su mundo expresa un puzzle al que le faltan algunas piezas. Paky pinta con distintas texturas para contar, y en ese empeño, la artista se enfrenta a un reto en cada cuadro, darle vida a las ideas que van fluyendo desde adentro para seducir al espectador, para provocarle, atraparle, para hacerle pensar. El Hotel ILUNION Málaga acogerá una exposición con su obra desde el 10 de noviembre al 10 de diciembre bajo el lema ‘Paralelismo Sintético‘.

¿Cómo comenzó su afición a la pintura?

Pues hace ya tiempo. Empecé a pintar por afición y de forma autodidacta, copiando láminas, haciendo algún tipo de dibujo que me gustara. Pero sobre todo empecé a reforzar el tema de volúmenes y empecé haciendo figuración.

Comienza con una afición y ¿dónde ha llegado?

Eso fue hace mucho tiempo. Luego a nivel personal pasé una etapa de criar hijos, de trabajo, donde las mujeres, al menos las de nuestra generación, nos quitábamos de nuestro tiempo, de nuestros hobbies y lo empleábamos para los demás. No sacaba ninguna hora para esa afición. Entonces tuve un parón de mucho tiempo y lo retomé en el 97 o 98 que terminé la licenciatura en Historia del Arte y empezó otra vez a surgir ese interés por retomar la pintura.

¿En qué medida la pérdida de visión influyó en su expresividad artística?

Pues a mí personalmente me condiciona mucho. Porque el retrato no me gusta -me gusta verlo pero no realizarlo yo quiero decir-, pero aunque quisiera no podría hacerlo por mi deficiencia visual y eso si me condiciona mucho. Por ejemplo en escultura, a mí me gusta bastante y no puedo realizarla por el tema de la visión.  De ahí que muchas veces intervenga los cuadros como una forma de construir eso que no puedo llevar a la práctica en la escultura. Siempre hay recursos, y es interesante. Yo al principio intentaba ir contracorriente, en el sentido de luchar contra esa pérdida de visión y querer hacer lo que haría viendo perfectamente. Hasta que me he dado cuenta que eso es una equivocación y que yo tengo que plantearme la forma de pintar tal como yo veo el mundo. Los cuadros que yo realizo actualmente están fraccionados, a veces cortado el propio lienzo o a veces fraccionada la imagen, como una descomposición de la imagen. Lo he llevado un poco a mi terreno, a como yo veo el mundo, fraccionado no lo veo de una forma continuada.

¿Y cómo es el mundo que ve Paky García?

Es un mundo particular. Yo siempre digo que es un mundo un poco como los cuadros que pintaba Picasso. Yo puedo mirar a una persona y puedo verle un ojo pero otra zona me queda en oscuro. Mi visión es un poco como un puzzle al que le faltan distintas piezas entonces en esa línea es donde estoy ubicando mi tipo de pintura.

¿Será usted más de Picasso  que de Goya?

Sí, de hecho tengo un cuadro que es un autorretrato, no es el cubismo que pintaba Picasso pero es un poco una descomposición, una desestructuración de la imagen llevándola a distintos planos y que representa de una forma bastante cercana cómo yo veo a los demás o cómo yo me veo en el espejo.

“Dalí es mi favorito”

¿Cuál es el pintor que ha influido más en su obra?

Dalí es quizás mi pintor favorito porque, no solo es su forma de pintar, sino la cantidad de cosas que puedes ver en un cuadro de Dalí. Es una de las cosas que a mí me motiva a la hora de pintar, el contar cosas. No me interesa tanto que se vea un paisaje muy bonito sino que, aunque el cuadro no sea tan atractivo a nivel estético, sí transmita cosas y sí cuente cosas. Pasa que también para eso es necesario un esfuerzo por parte del espectador porque muchas veces vamos a los museos y no queremos estar delante de un cuadro. De hecho está comprobado estadísticamente que estamos segundos, y a los segundos nos cansamos y nos vamos a otro, a no ser que el cuadro te llame mucho la atención y te cuente cosas y que tú tengas la paciencia, como si lees un libro, de no querer saber el final en las primeras páginas sino que tiene su camino y su recorrido pues un cuadro igual. A mí me gusta mucho Dalí en ese sentido porque transmite muchísimas cosas y puedes haber observado muchas veces un cuadro de Dalí y siempre hay un detalle que te sorprende.

El gran referente del postimpresionismo, Van Gogh fue esencialmente autodidacta. ¿Hay mucho de escuela en su pintura o usted también ha creado un estilo propio?

A mí me gusta mucho investigar a nivel pictórico. A pesar de que a veces me contengo demasiado porque pienso en el espectador y en cómo va a ver eso. Un error por mi parte porque yo tendría que expresarme más libremente en ese sentido pero es interesante esa relación espectador-pintor que tú pienses que puedes mostrar pero más a nivel idea que a nivel estético.

Yo hice Bellas Ates también y ahí sí que te liberas un poco de todas las ataduras y te dejas llevar por tus ideas, por tu imaginación, y por ese espíritu que te inculcan de investigación. En esa línea sí que me ha gustado intervenir con texturas, con diferentes materiales y dentro de ser autodidacta no centro mi pintura en ninguna corriente estilística sino que es variada. Sí que introduzco muchas texturas sin llegar a ser una pintura tipo Tapies ni mucho menos, en el sentido de meter unas texturas más rudas son texturas quizás más sutiles, pero sí que me gusta en ese sentido ser autodidacta e investigar un poco.

¿Qué busca cuando pinta?

Busco contar, contar cosas, y es ahí donde te enfrentas a la mayor dificultad porque puedes tener ideas pero dar vida a esas ideas es complicado. Además, la vida que le das hoy puede no gustarte mañana, con lo cual es un retomar permanentemente hasta que dices “hasta aquí”. De hecho pintas un cuadro y lo terminas y al día siguiente lo miras y dices “me gusta mucho como ha quedado” o todo lo contrario y dices “me he pasado, por aquí no voy bien”.

¿Siempre buscando seducir al espectador?

Sobre todo es expresar lo que uno quiere, siente o quiere contar a los demás,  que quizás de otra forma no tienes esa posibilidad de hacerlo. Poder expresar en un cuadro ideas sutiles que a la vez sean reivindicativas, que den un toque de atención a alguna cuestión social. Eso sí me parece muy interesante, que la pintura no sea meramente algo estético sino que transmita algo, o una reivindicación social o una idea o algo, que transmita alguna cosa.

 

“No renunciaría al azul”

¿Qué hay de Málaga en su obra?

La luz que hay en Málaga es especial, es muy particular sobre todo la luz de otoño, es magnífica y, quieras o no, eso te influye pero como te puede influir el contacto con un tipo de gente o un paisaje determinado. Eso es lo que llevo impregnado en mi propio ser, lo que transmito de Málaga en la obra.

En alguna medida su pintura ¿es una prolongación de su Yo?

Creo que sí, creo que toda persona que crea, el que escribe, el que pinta, el que hace algún tipo de creatividad, transmite mucho de lo que piensa, de lo que siente y de los deseos personales.

¿Es también el reflejo de un estado de ánimo?

Sí, indudablemente. Si uno está como muy decaído no va a usar un amarillo intenso o un rojo en un cuadro. Es verdad que influye mucho a la hora de utilizar los pigmentos y a la hora de expresar.

¿Hay un color al que nuca está dispuesta a renunciar?

Yo no renunciaría al azul. Es un color que habla mucho por sí mismo y a la vez no es un color estridente que imponga su opinión. Pasa como la personalidad de la gente, me gustan ese tipo de personas, que tengan personalidad sin avasallar.

¿Hay alguna obra suya por la que sienta especial predilección?

Hay un cuadro que siempre llevo a las exposiciones pero que no quiero vender. Es un cuadro que hice en un homenaje que se hizo a Picasso y le tengo un especial cariño porque fue algo que yo nunca pensé que podría a hacer, que me gustó el resultado. El cuadro se titula “La soledad del rey”, el rey ahora emérito. Era una descomposición de la imagen donde estaban incluidas muchas simbologías. Donde se incluía también una especie de tablero de ajedrez por encontrar ese paralelismo, porque yo también juego al ajedrez, entre el rey “real” a nivel monarquía, y la soledad del rey en el tablero de ajedrez. Entonces ese cuadro por lo que significa, por como lo realicé y por como resultó le tengo un especial cariño.

Qué le aporta el ajedrez, ¿equilibrio, mesura, tiempo, reflexión?

El ajedrez aporta infinidad de cosas. Es un juego maravilloso, que nunca sabes cómo va a terminar, que nunca sabes cómo se va a desarrollar. Aparte de la teoría que tú tengas siempre va a intervenir el aspecto creativo, el aspecto de intuición que en ese momento tengas y te ayuda mucho a nivel personal porque aprendes a analizar situaciones. Igual que analizas una partida puedes analizar situaciones en la vida real y te ayuda mucho en ese sentido. A mí me parece estupendo que ya en algunos colegios se esté introduciendo el ajedrez como asignatura optativa.

Es usted una apasionada de los libros. Díganos una recomendación literaria última que le haya impactado.

Los libros me pasa como con los cuadros. Los disfruto en el momento que los veo o los disfruto en el momento que los leo pero dentro de cuatro meses, si me preguntas la trama del libro, me va a ser difícil hilarla perfectamente y sin embargo lo disfruto muy intensamente en el proceso de la lectura.

Le encanta viajar también. ¿Y un destino que le fascine?

San Petersburgo.

Y si tuviera que elegir un Museo, ¿con cuál se quedaría?

Sin duda alguna el Hermitage, lo vi el año pasado y para mí fue una gozada absoluta y eso que estuve seis o siete horas que en un museo tan inmenso puedes estar días enteros que siempre descubres algo.

Paky García observa una de sus obras