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Cultura para ciegos
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Manuel Reina, autor de ‘Memorias de un cegato-Un canto a la esperanza’

Ironía y sentido del humor forman parte de la trayectoria literaria de Manuel Reina, que acaba de publicar su quinto libro ‘Memorias de un cegato-Un canto a la esperanza’

«Hay que aceptar la vida con optimismo»

La vida de Manuel Reina (Málaga, 1945), ha sido una odisea desde el principio. Con apenas 8 años su padre lo llevó al oftalmólogo porque se acercaba demasiado para leer los tebeos de El Capitán Trueno, Roberto Alcázar y Pedrín o El Guerrero del Antifaz, y desde entonces, la pérdida de visión ha condicionado toda su trayectoria. Sobre todo su infancia, con unas gafas de culo de vaso, que provocaron demasiadas risas a una edad demasiado vulnerable. Ese lector empedernido de historias de fantasía acabó siendo un periodista muy crítico con la realidad que le rodea, un maestro de la palabra y de la ironía, un activista de Málaga como espacio urbano, social y cultural. Afiliado a la ONCE desde 1984, padre de cinco hijos, abuelo de cinco nietos, acaba de publicar su quinto libro, ‘Memorias de un cegato-Un canto a la esperanza’, un canto al optimismo para quienes encuentran en la discapacidad una barrera en sus vidas. A sus 76 años solo aspira a seguir siendo útil a los demás. 

 

¿Qué es ‘Memorias de un cegato-Un canto a la esperanza’?

Es un libro autobiográfico que trata de infundir esperanza en personas que tienen problemas síquicos, físicos o de comunicación, para que confíen en la medicina y en la providencia y que sepan que siempre hay un camino y una solución para sus problemas.

¿Por qué ha tenido la necesidad de escribir esta autobiografía? ¿Qué ha querido contar?

Porque creo que mi ejemplo podría ayudar a otras familias. Un niño que venía llamado a ser ciego y que con el tiempo ha podido superar sus hándicaps y ha servido, ha sido útil y se ha podido ganar la vida. Pienso que puede ser un ejemplo para personas que están ahora mismo con autismo, con síndrome de Down o con otras discapacidades.

Habla de héroes.

Habla de un colectivo que son héroes y está dedicado a ayudar a familias con niños con problemas porque hay muchísimas familias que tienen falta de recursos para atender a esos niños y este libro se va a vender para ayudarles.

Es que los padres y niños y las familias que están intentando superar esos problemas son auténticos héroes porque no tienen los medios suficientes y sin embargo están luchando como si fueran héroes.

Yo no quiero nada para mí, no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita. No necesito nada, lo único que quiero es ayudar con este libro, que me lo ha pagado la Fundación Rincón, que ha sufragado la edición del libro, van todos los beneficios para esa asociación, así ayudo a que la gente tenga esperanza en los milagros que da la ciencia. Ya se está hablando que una mujer le han puesto unos electrodos y ya puede ver.

¿Su infancia resultó muy dura?

Bastante dura, sí, porque con 14 dioptrías con 14 años uno tenía la incógnita de cómo me gano la vida. Me decían que me podía quedar ciego, que podría tener un desprendimiento de retina, que cualquier problema me podría generar un problema irreversible, ha sido traumático. Lo que ocurre es que con el tiempo yo he sido un inconsciente porque he hecho de todo, he sido un hombre muy activo, y sigo siendo muy activo con 76 años. Creo que tengo mucha suerte, nacer en el año 45 -con 18 años nacen las lentillas corneales-, y empieza a cambiar mi situación.

¿Hasta cuándo duró esa sensación de bullying?

Bueno, eso siempre está presente. Recuerdo que los médicos me aconsejaban en el año 78 que era «inútil» para toda clase de trabajos. Eso es muy duro.

¿En qué momento y cómo decide afrontar y reconducir con coraje esa situación?

Con 18 años. Me pongo lentillas corneales y cambia mi vida. Hasta mi mujer, que no me quería, se enamoró de mí. Ese fue un acicate importante, y después ya cuando empecé a tener mi actividad laboral empecé a estudiar. Porque hasta entonces mi madre me decía: “No leas tanto que te vas a quedar ciego”, ya que por mi miopía me acercaba mucho a la lectura. Yo creo que las cosas no son tan negativas. Hay que ser optimista, aceptar la vida con optimismo y procurar por todos los medios tener espíritu de lucha y que sea lo que Dios quiera. Yo soy muy creyente.

Si alguno de sus nietos tuviera que llevar hoy esas mismas gafas ya no sería objeto de burla, ¿no cree?

¿Si tuvieran que llevarlas? Posiblemente. La crueldad de los jóvenes se está viendo todavía. Se meten y humillan a cualquier persona por su obesidad, por cualquier circunstancia. Los jóvenes tienden en general a sacarle chistes a los problemas ajenos. Nos falta cultura, nos falta educación, nos falta formación y respeto hacia el que tenga cualquier tipo de hándicap. Aunque, por otra parte, también reconozco que hay una sociedad mucho más solidaria.

No cree entonces que hayamos evolucionado tanto a la hora de aceptar la diferencia.

No, no lo creo. El ser humano no se da cuenta que hoy está bien y mañana puede estar fatal. Lo he vivido. En mi vida he vivido momentos de gente que se reía de los problemas ajenos y después han contraído Alzheimer o han llegado a tener de todo. Es cuando una persona se da cuenta de que somos muy vulnerables. Si esto calara en la gente seríamos más solidarios, tendríamos mucho más respeto hacia las personas con problemas.

 

“Falta credibilidad en la profesión periodística”

"Una juventud desinformada o mal formada es manipulable total", advierte Manuel Reina

«Una juventud desinformada o mal formada es manipulable total», advierte Manuel Reina, que se muestra muy crítico con los medios: «Están todos comprados por el sistema», denuncia

Ha trabajado un cuarto de siglo en Diario Sur, once de ellos como corresponsal en Rincón de la Victoria. Son malos tiempos para ser periodista ¿verdad?

Ahora mismo sí. Hay una carencia muy grande primero de distribución, hay poco papel y es caro, se encuentra poca prensa escrita, cada vez menos, los kioscos están cerrando y están cambiando de actividad. Tenemos un problema de distribución. Los medios de comunicación han cambiado totalmente con las nuevas tecnologías y las redes sociales. Todos estos instrumentos que tenemos ahora nos entretienen tanto que no tenemos tiempo ni de leer la prensa escrita. Eso es un hándicap. Antes había una cadena nada más y ahora hay cientos de canales de televisión. ¿Qué medio tiene realmente repercusión en la población? Muy pocos. Entonces cada día menos personas ven la tele. Los medios de comunicación influyen menos que en mi juventud. Antes teníamos un periódico o dos y teníamos una sola televisión. Y todo el mundo bebía de la misma fuente. Ahora hay tantas fuentes, y cada una diferente, que no sabemos, hay una falta de credibilidad también.

Echa en falta esa credibilidad en los medios.

Es que están manipulados por la publicidad. El maestro Manolo Alcántara comentaba que un medio de comunicación vale más dinero hacerlo que lo que se cobra por él. La diferencia la tiene que pagar la publicidad o la política. Realmente la política está influyendo mucho y está haciendo a los medios menos críticos con el poder que es que les paga. Entonces hay una falta de credibilidad en la profesión periodística muy grave porque no hay medios independientes, porque cuesta más mantenerlos que lo que se cobra por ellos. Y como casi todo ahora mismo es gratis, no hay fuente de ingresos y lo único que hay es la política.

O sea, que en el momento en el que más información fluye, más desinformados estamos.

Pues sí. Yo suelo escuchar varias cadenas. Unas magnifican cosas positivas del Gobierno y otras las minimizan; si escuchas otras, magnifican cosas malas del Gobierno y las buenas las minimizan. Entonces te das cuenta de la tendenciosidad que hay en muchos medios que están todos comprados por el sistema.

¿Y qué nos queda?

Es complicado. Primero habría que cambiar el sistema educativo. La educación es fundamental. Deberían formarnos en ética, cultura, análisis. Ya vemos como está la juventud. Hay muchísimos colectivos que yo conozco que no tienen relevo. Los mayores somos los que estamos moviendo las asociaciones de vecinos, las peñas o los colectivos culturales. A la juventud, no sé lo que le pasa, pero no se integra, y eso es preocupante. Una juventud desinformada o mal formada es preocupante. Es manipulable total.

Ha dirigido durante años la revista mensual ‘Tu Barrio Málaga’. ¿Tiene más futuro el Periodismo cuanto más se especializa?

Si, por la proximidad. Los medios están fracasando porque todos tienden a lo global, cuando hay que ir a lo concreto, a lo cercano, que se aficione la gente en los barrios y las ciudades.

 

“Los españoles necesitamos sentido común”

«La ONCE es un modelo a seguir», afirma Reina, que es afiliado a la Organización desde 1984, y añade que «la , la peor minusvalía que hay en el ser humano es la dureza de corazón»

Es usted también presidente de la Asociación de Pensionistas y Jubilados de Málaga. ¿La soledad es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo?

La soledad es la enfermedad de la gran mayoría de las personas porque cada uno va a su bola. Hay muchísimos mayores que se sienten abandonados por sus hijos y están viviendo solos agarrados a una tele que no entienden muchas veces. Es la enfermedad del siglo XXI.

¿Hemos aprendido algo de la pandemia?

Hemos aprendido lo importante que es tener amigos, tener actividades y estar vivos. El encierro fue brutal. Ahora hacemos excursiones, sabiendo lo importante que es ser feliz, porque la felicidad es ahora mismo una tarea que hay que reconquistar. Entre el susto que siguen teniendo muchísimos mayores, y que es verdad que todavía hay contagios, la gran mayoría están asustados, aunque yo no lo estoy.

Usted ha sido siempre un acérrimo defensor de Málaga como espacio urbano, cultural, social y político. ¿Cómo ve ahora a Málaga, en el contexto de Andalucía?

Yo veo a Málaga como un puntal en cuanto a referencia. Tenemos uno de los mejores climas del mundo, una zona de centro histórico maravillosa, aunque se están echando abajo casas bajas y se están haciendo rascacielos y no tenemos las calles como debieran. Hay que hacer un urbanismo sostenible. ¡Yo estoy encantado con mi ciudad eh! Es la más hospitalaria del mundo. Como Sevilla, o Cádiz. Andalucía en general es una maravilla de hospitalidad y acogimiento. Los andaluces somos muy abiertos. Pero en Málaga hay masificación turística por todas partes. Por el centro histórico a veces no se puede cruzar porque está lleno. No podemos morir en el éxito. Y el negocio hotelero deja mucho dinero, pero me parece que debemos tener un tope, no vayamos a matar la gallina de los huevos de oro.

Como presidente de ‘Trovadores sin Fronteras’ lleva 17 años llevando la sonrisa al Materno Infantil de Málaga. La solidaridad le ha acompañado siempre en su forma de ser. ¿Cree que somos suficientemente solidarios y comprometidos?

En parte sí. En Málaga hay 150 comedores sociales, pero hay 400 personas que duermen en la calle todas las noches. Tenemos que darles un impulso a esos centros de acogida. Aunque hay gente que abusa de ese acto de solidaridad y habría que evitarlo. Pero claro que hay que ser solidario. Acudir a las personas que tienen problemas es un ejercicio excelente de solidaridad.

‘Al mal tiempo buena cara’ es otro de los cinco libros que ha publicado en su vida, una recopilación de 750 chistes cuyo beneficio va destinado a Cáritas. La ironía y el sentido del humor forman parte de su ADN como escritor, ¿los juzga imprescindibles?

Por supuesto. Es que muchas veces no se puede decir las cosas con toda claridad y contundencia y hay que esconderlas o disfrazarlas con un poco de ironía porque si no te ganas enemigos. ‘Mis cartas a Mari Puri’ (otro libro suma de artículos publicados) está cargado de ironía y doble sentido. Así ganas credibilidad y lectores. Ese es el mérito de tener 76 años y seguir en la brecha. Aunque tengo mi deficiencia visual, el sentido del habla y de la crítica no me faltan.

En ‘Regueros de sangre’, un repaso histórico a la España de la Guerra Civil habla usted del fracaso de la convivencia entre españoles. ¿Cree que España no ha resuelto bien su memoria histórica?

A nosotros nos falta una cosa que es importantísima, que es el sentido común. Lo que no podemos permitir es que sigamos enfrentados por siempre los españoles, como ha ocurrido desde las guerras Carlistas del siglo XIX hasta hoy por los enfrentamientos particulares de unos y otros. Los españoles necesitamos sentido común, ponernos de acuerdo en lo importante y, sobre todo, en la convivencia, en el respeto al contrario, que cada uno tenga el derecho a pensar lo que quiera, es la norma fundamental de la convivencia. Si tú no me dejas a mi hablar yo tampoco te dejaré a ti. ¿Entonces qué hacemos? Terminamos peleados. Vamos a respetarnos.

¿Qué país admira más?

Políticamente admiro Reino Unido por su forma de ser y porque defiende lo suyo. Y Estados Unidos, donde hay una democracia que funciona mejor que España. Yo creo que nuestros políticos son testaferros de los poderes ocultos que hay y que permanecen en la sombra.

¿A qué se refiere?

A los poderes fácticos que representan las grandes corporaciones económicas mundiales que están detrás de la economía que mueve el mundo.

La supuesta pugna entre malagueños y sevillanos ¿es un tópico felizmente resuelto?

Eso ya está resuelto. Los sevillanos nos caen tan bien como los malagueños en Sevilla. Yo admiro a Sevilla. Un malagueño que admira a Sevilla -se ríe-. Porque para el sevillano todo lo suyo es buenísimo y son defensores de lo suyo. El sevillano es ejemplar. Por poner un ejemplo, Málaga ha tenido durante muchos años un Club de Fútbol en manos de un jeque, mientras que en Sevilla hay dos y en manos de sevillanos, y toda nuestra industria hotelera está en manos de foráneos, cuando debería ser al contrario.

Se afilió a la ONCE en 1984, aprendió braille, fue miembro del coro, y siempre está cuando le llaman para cualquier necesidad, como impartir charlas sobre el envejecimiento activo y saludable que suele dar de forma periódica.

Para mí la ONCE es un modelo a seguir como creadora de empleo y de apoyo y auxilio a toda persona con discapacidad, que no somos tan discapacitados. Somos capaces. La peor dureza, la peor minusvalía que hay en el ser humano es la dureza de corazón, que no tengas buenos sentimientos, eso sí es una minusvalía. Por lo demás, todos somos válidos para algo y todos tenemos labor que hacer. La soledad se combate con labores sociales, ayudando a los demás, y eso es lo que se practica en la ONCE.

La amenaza de quedarse ciego le ha acompañado siempre. ¿Lo teme?

Nunca le he tenido miedo. De hecho, sigo activo, llevándome malos ratos, yo sé que una subida de tensión ocular me puede provocar un desprendimiento de retina, pero no me condiciona en absoluto.

Manuel, ¿a que aspira a sus 76 años?

A seguir siendo útil. Para mí lo importante es servir de apoyo a los demás. Hay mucha gente sola, que necesita compañía, cariño y comprensión. Y yo me ofrezco a dárselo.

| LUIS GRESA

‘Memorias de un cegato-Un canto a la esperanza‘, está editado por Fundación Rincón y Fundación Málaga Más Cultura a beneficio de Fundación Héroes.